Tus manos están fuertemente apretadas, formando puños. Tus uñas clavadas en la palma de tu mano. Te duelen, pero es casi imposible relajarse.
Sientes que tus sentimientos están solo divididos entre el dolor y la rabia.
Gritas, pataleas y lloras internamente. Pues, aparte de tus puños, tu cuerpo se comporta como si nada pasara.
-No pasa nada, estoy bien- dices sin una pizca de todo el dolor que esta atascado en la punta de tu lengua, junto a tantas ganas de llorar y decirle que lo idiota que es al dejarte ir.
Todo ese dolor se canaliza a lágrimas que nunca dejaras salir, que serán presas de ti para siempre.
Aprendiste a controlar todos esos malos sentimientos a gritos que nunca escaparan de tu boca.
Hoy no, tampoco mañana, ni el día siguiente. Pero tarde o temprano, tendrás que olvidar aquel motivo de tu rabieta. Pues no merece de tu memoria. El no es tan importante para recordarlo mas adelante.
"No merece ni tus lágrimas, ni tus gritos, ni tu memoria cualquier cosa que te haga sufrir".
No hay comentarios:
Publicar un comentario